Redacción El País
El 1° de abril de 1954, El País publicaba la noticia de una hazaña de escala internacional. “Se llevaron a cabo ayer las pruebas para producir lluvia artificial por un nuevo sistema electrónico concebido por el científico compatriota Prof. Óscar M. Mendoza Otamendi”, anunciaba el artículo.
El profesor Mendoza, oriundo de Rocha, llevaba por entonces mucho tiempo especializándose en bioquímica y buscando alguna solución a la sequía de escalas similares a la actual.
“Sus prolongados estudios sobre la producción de lluvia artificial -fenómeno cuya acción regularizada resolvería notables problemas de producción agrícola– lo llevaron concebir el sistema ensayado ayer y que es completamente distinto al que se practica en otras partes del mundo, especialmente EE.UU.”, apuntaba el reporte.
¿Cómo pretendía el profesor Mendoza producir lluvia artificial? “El primer paso a darse para la producción de lluvia artificial es localizar una nube propicia. Los cúmulos son los que más se prestan. Sobrevolando la nube seleccionada, se lanzan luego -en paracaídas- los bidones conteniendo polvo de aluminiofinamente dividido e ionizado. Al explotar los tanques, el polvo se disemina, alcanzando una extensa superficie de la nube. Las partículas de aluminio ionizadas, o dotadas de una carga de electricidad positiva -procedimiento en el cual estriba el fundamento del sistema del Prof. Otamendi- atraen a las partículas de agua de la nube, que tiene electricidad negativa. Se forma así un núcleo alrededor de cada partícula. Cuando la gran gota se precipita, deja un vacío que, a su vez, atrae nuevos núcleos, que se manifiestan en lluvia. Se aprovecha así el 80% del agua de la nube”, recogía el artículo de El País que se encuentra en el archivo del Museo Aeronáutico y recuperó Eduardo Luzardo para el sitio Piloto Viejo .