El radiotelescopio más grande del mundo rearma su estrategia de ciberseguridad tras un grave hackeo.

Las pérdidas no fueron tanto económicas, aunque sí hubo que invertir en sistemas de rescate, sino más bien científicas.

Los ciberataques suelen tener objetivos bien concretos: robar información, chantajear, secuestrar activos, o simplemente hacer daño y demostrar el poderío de los ciberdelincuentes.

Pero a finales de octubre pasado, un hackeo al radiotelescopio ALMA, en el corazón del desierto chileno de Atacama, desconcertó a los expertos. Fue en la noche previa a un feriado, cuando las oficinas de control del radiotelescopio estaban casi vacías, que los mandos del enorme dispositivo dejaron de funcionar sin motivo aparente.

Luego de un análisis se encontró que todo el sistema era rehén de un ciberataque coordinado por parte de un grupo hacker. ALMA está situado a más de 5.000 metros por encima del nivel del mar, en un altiplano de la cordillera de los Andes, donde 66 antenas de gran tamaño rastrean el cielo, uniendo sus señales a través de un superordenador para sacar una sola imagen entre ellas.

A priori nada esto tendría algún valor para los atacantes, pero rápidamente se concluyó que el telescopio fue vulnerado porque estaba desprotegido y los hackers lo hicieron para pedir dinero a cambio de cancelar el ataque.

«Muy rápidamente, nos dimos cuenta que estábamos bajo un ataque cibernético. Comenzamos a recibir mensajes de que no podíamos usar el radiotelescopio ni acceder a ningún sistema», relató la jefa del departamento de Ciencia de ALMA. Y agregó: «En algún lugar del sistema de computación, los hackers indicaron que nos estaban atacando y qué teníamos que hacer para resolver el bloqueo, pero, claramente, nosotros no íbamos a acceder a lo que ellos reclamaban: íbamos a arreglar nuestros sistemas y volver a la ciencia».

Esa determinación llevó a que todo el sistema estuviera colapsado por casi dos meses y recién hace pocos días que todo funciona con relativa normalidad.

El ataque, aunque ya casi solucionado, dejó una alerta encendida en muchos centros científicos: ¿están preparados para hacer frente al creciente número de amenazas digitales?

«El ataque aceleró la implantación de proyectos relacionados con la ciberseguridad y aumentó la coordinación con las oficinas de seguridad de los organismos que son socios principales de nuestra institución astronómica», informó uno de los responsables de la seguridad digital en Atacama.

Las pérdidas no fueron tanto económicas, aunque sí hubo que invertir en sistemas de rescate, sino más bien científicas. Ya que durante todo el tiempo que la máquina estuvo hackeada, no pudo observar el cielo.

«Siete semanas parados no suenan a mucho, pero son cientos de horas de datos que no vamos a recuperar jamás; cualquier pequeña variación que haya ocurrido en el cielo, sea un cometa o una explosión en el espacio, lo habremos perdido para siempre y no lo recuperaremos jamás”, sentenció la jefa del departamento.

Fuente: Teledoce